Las prostitutas callejeras de la ciudad de México viven una violencia de orden material y simbólico. La violencia material que enfrentan por parte de clientes y autoridades, así como de sus propias familias es tremenda; pero, por ser más conocida y estar más analizada que la violencia simbólica, no voy a abundar en ella. Por su parte, la violencia simbólica tiene varios aspectos. El más evidente es que las prostitutas son simbolizadas como el mal, el pecado o la escoria social. La doble moral sexual imperante establece una división entre las mujeres decentes y las putas estigmatizando a éstas últimas.